viernes, 8 de enero de 2010

EL GORDO EN, BLANCO Y NEGRO.


Antes de la revolución que supuso la venta de participaciones, no era raro que los premiados correspondieran con empresarios o banqueros que adquirían grandes cantidades de lotería para enviarla a sus clientes de ultramar, los ricos emigrantes españoles de Argentina o Uruguay. En la imagen vemos a los señores, representantes del anónimo agraciado, cobrando los seis millones de pesetas en el Banco de España de San Sebastián, en 1911.

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